Me siento sobre una roca. Ellos a mi lado están observando, están sin estar.
El tiempo transcurre sin yo poder registrarlo, los minutos pasan y no se cuanto tiempo llevamos sentados ahí, en completo silencio. Solo se oye el viento, que en ráfagas nos va golpeando.
Oscurece lentamente y el ocaso nos abraza. De pronto, algo demuestra que es hora de irnos. Nos retiramos con una caminata nocturna a través del bosque, casi en total oscuridad.
No logro ver, intento ajustar los ojos a la oscuridad, pero no tiene caso. Es entonces cuando mi cuerpo comienza a identificarlos delante mío y seguirlos.
1 comentarios:
Hola Cako!
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