Primero nos hacemos conscientes de la energía, como un cierto despertar a algo que siempre conocimos y a la vez parece ser nuevo. La percibimos, investigamos al respecto, aprendemos racionalmente y también mediante la práctica.
Luego, intentamos aumentar nuestro nivel energético, continuamos investigando y aprendiendo sobre todo lo que encontramos relacionado con energía. Buscamos diversos métodos para aumentar la cantidad de energía que tenemos disponible. Uno de esos modos es obteniendo energía de las personas que conocemos, y así lo hacemos, conscientemente o no. Tomamos energía de los que conocemos.
Un poco después, algo más se modifica en nosotros y en nuestra conciencia, mostrándonos que la energía que poseemos no está “limpia”. Estamos llenos de energía forastera, energía que obtuvimos y nos es ajena. Al llegar esa comprensión a nosotros, inevitablemente nos ponemos en marcha para deshacernos de esa energía que no es nuestra y también para revisar el modo en que utilizamos la energía que tenemos naturalmente a disposición.
En un primer momento, al intentar limpiarnos y vaciarnos de energía ajena a nosotros, notamos la gran diferencia al no alimentarnos energéticamente de otras personas. Nuestros niveles de energía son menores y el cambio es fácilmente perceptible.
Lo que sigue es una modificación de la conducta, un cambio que alterando el modo en que actuamos en la vida afecta a nuestras fibras más intimas. Nos quitamos la rutina, y tal vez nos convertimos en actores interpretando diferentes personajes en distintas situaciones.
Así comenzamos a analizarnos en un proceso continuo, lo que hacemos, pensamos, sentimos, en cada minuto. De ese modo podemos ahorrar energía que usualmente utilizamos para acciones que no nos son productivas.
Al alterar nuestra conducta de un cierto modo particular logramos mantener activa esa energía que ahorramos. Pequeñas sacudidas mantienen “viva” y en continuo movimiento, a esa energía que ahorramos, que no gastamos en mantener nuestra importancia, nuestro reflejo.
Cualquiera sea la cantidad de energía que logremos almacenar, en algún momento comenzará a manifestarse, haciendo que nuestra consciencia se modifique por momentos, permitiéndonos acceder a otras percepciones. Otras caras del universo a las que normalmente no accedemos.
Un caso particular de esto se da cuando nos encontramos con otros (sea individual o grupalmente) que han ahorrado su energía. En dicho encuentro la energía acumulada por cada persona se fusiona funcionando en conjunto, naturalmente esa masa energética comienza a vibrar y a producir efectos.
Algo destacable sucede en dicha situación, es necesario tener un gran control para poder dirigir esa masa energética conjunta, y mucha determinación para que ese poder acumulado que sacude nuestras consciencias pueda utilizarse.