Cae la noche

La oscuridad me atrapa, lentamente va rodeándome. Miro a mi alrededor y en todas direcciones veo a la penumbra extenderse.

Yo soy oscuridad, soy lo oscuro, mis contornos se disuelven en el aire y ya no existen. Estoy y soy en la oscuridad, nada veo mas que la espesa negrura que me rodea.

El aire comienza a volverse espeso y puedo sentirlo como si pudiera extenderme en él, como si pudiera tocarlo.

De repente noto que todo se vuelve de un azul profundo y muy oscuro, puedo percibir las cosas a mi lado.

El Sol

Intento desvelar el misterio de las puertas que el sol abre en ciertas horas. Al momento del amanecer, así como en el ocaso, nos permite percibir de modo diferente, nos abre las puertas de la percepción.

Me intriga ese instante en que otras posibilidades están a nuestro alcance. Los misterios de la conciencia que se abren cuando el sol y nuestros ojos actúan juntos para alcanzar esas...

Al pasar...

Miro y veo.
Existo sin existir
Voy de aquí hacia allá,
vengo de allá hacia aquí y todo sin moverme.
Estoy y soy, con y sin forma
y al mismo tiempo no estoy ni soy.

Eso está ahí mirándome,
a la espera
sin apuro...
Sabe que va a encontrarme
y yo, sin mas opciones
lo espero.

Ver...

De pronto veo, y la viveza con la que lo hago atrapa mi atención.

Las manos están enfrentadas y mi palma derecha en contacto con el interior de su mano izquierda. De igual modo mi otra mano.

Estamos sentados y enfrentados uno delante del otro, respiramos con nuestras manos generando que la energía circule de derecha a izquierda hasta quedar envueltos por algo similar a una bruma.

Cuando o donde sucedió eso? Por que lo veo como un recuerdo si en ese sitio solo estuvimos sentados?

Será acaso que el silencio posibilita o facilita que logremos esas asañas de hacer cosas en simultaneo? Algo así como el aquí y el aquí.

Como funcionan nuestros recuerdos, nuestras memorias? En verdad podemos recordar cosas que creímos no haber realizado?

En el mirador...

Me siento sobre una roca. Ellos a mi lado están observando, están sin estar.

El tiempo transcurre sin yo poder registrarlo, los minutos pasan y no se cuanto tiempo llevamos sentados ahí, en completo silencio. Solo se oye el viento, que en ráfagas nos va golpeando.

Oscurece lentamente y el ocaso nos abraza. De pronto, algo demuestra que es hora de irnos. Nos retiramos con una caminata nocturna a través del bosque, casi en total oscuridad.

No logro ver, intento ajustar los ojos a la oscuridad, pero no tiene caso. Es entonces cuando mi cuerpo comienza a identificarlos delante mío y seguirlos.

Encontrarnos

Después del sumo cansancio que generó llegar hasta el lugar, llegó la calma y el día de descanso. La sincronicidad se hace presente una vez mas y en el momento menos oportuno, aparecen ellos.

El cuerpo se regocija, alguna parte en mí los reconoce. Están los tres delante mío y no puedo creerlo. Cierta parte reconoce algo en esas personas, algo que no he visto en otros.

Mis dolores y cansancio lentamente desaparecen, dejando lugar solo para el bienestar, el compañerismo y la fraternidad.

Surgen charlas, y también el silencio. Y juntos van produciendo una vez mas, y esta vez acompañados por el efecto de la montaña, que la conciencia se modifique.

Están, y estoy.

Montaña

Los aromas cambian, y el paisaje comienza a modificarse velozmente. Estoy al pié de la pendiente, se eleva majestuosamente delante de mí y puedo sentir lo insignificante que soy ante semejante poder, y a la vez, parte de esa enorme fortaleza.

Doy rienda suelta a mi sentir y las percepciones se desatan. En parte lo produce el ascenso y también la compañía de las personas que suben conmigo. La cordialidad y el buen ambiente abundan. Estamos rodeados de camaradería.

El cuerpo se abre y el lugar nos permite conectarnos con él. Ahí es cuando en realidad comienza el viaje. Una travesía entre árboles, el espíritu del bosque, sentires y visiones.